Esta mañana mi día arrancó medio agitado. Me quedé dormido y tuve que llevar a mi nena al colegio (que dicho sea de paso, acaba de cumplir los siete y ya tiene ventanitas en el comedor)
Entre la humedad, la lluvia, la no lluvia, el calor y la menopausia de las chicas que se suben a bordo de mi máquina endemoniada, fue dificil el día. El mediodía me agarró con un embotellamiento que hubiera sacado de las casillas a cualquiera,
El Semáforo está en verde.
Promediando la tarde, subió Marcela... otra vez. No cruzamos muchas palabras desde aquella vez en que la invité a salir y no tuve mejor idea que ir al encuentro con una camisa celeste; ella para no ser menos fue en taxi y digamos que la combinación fue más un cocktail explosivo que una cena.
El semáforo está en amarillo.
Marcela se ubicó a mi derecha, como siempre y con tanta cantidad de gente no pude dejarla pasar "de onda". Hablamos poco, insisto, desde aquella vez aunque no pierdo la fé que esto podamos solucionarlo. Intenté romper el hielo acerca de la jodita de ser padres solteros, pero no hubo caso.
El semáforo se pone en rojo, de golpe.
Frené como pude, para no llevarme puesto a dos chicos que iban en un Twingo y Marcela accidentalmente cayó sobre mi regazzo.
A veces creer en el amor es cosa de marcianos, que les pasan a otros y que en este planeta no abundan, y teniendo en cuenta que una de mis series preferidas de los 90's fue "The X Files", quisiera cerrar este post con la frase cabecera del programa...
I WANT TO BELIEVE
